Las ideas nos ayudan a progresar.
Y quizás porque somos capaces de visualizar ese progreso que traerá en nosotros, nuestro entorno y luego nuestro contexto, nos enamoramos muy fácil de ellas.
Y está bien. No tenemos que castigarnos.
Es común que nos suceda.
Si suena bien en nuestra cabeza, ¿por qué no funcionaría en la realidad?
El error no es enamorarse, el error es no probarlas. Es no evaluarlas.
Y no necesitamos mucho para hacerlo. Sólo vencer ese perfeccionismo que nos carcome la cabeza y no nos deja avanzar.
Porque pensamos que una solución necesita de una única "buena idea".
Y no, no es así.
Siempre tenemos que predisponernos a generar un volumen alto de ideas para probar, evaluar y, finalmente, seleccionar la que más promete.
Caemos todo el tiempo en la trampa de la fascinación personal por una idea.
Pensamos en ella, la perfeccionamos en nuestra mente y empezamos a adorarla sin someterla a crítica.
Pero las ideas que funcionan perfectamente en nuestra mente pueden no ser tan efectivas en la práctica.
Entonces el mindset que debemos aceptar no es el de evitar enamorarse.
Enamorarse está buenísimo. Es una gran sensación.
Sólo debemos reconocer que no todas las ideas son ganadoras y que el verdadero valor viene de cuántas más podemos tener.
Salgamos a ejecutar.
Lo que sea que tengamos ahora entre manos, cualquier cosa.
Nunca sabremos si lo que tenemos es bueno o malo.
Eso es sólo nuestra percepción.
Airbnb se lanzó al mercado como empresa 3 veces.
Una.
Dos.
Tres.
Si buscan en YouTube, encontrarán que sus fundadores pensaron que su idea era genial las tres veces.
Tiremos la idea al público.
Que se nutra de su contexto.
Casi seguro deberemos acomodar y ajustar luego de eso.
¿Y si la idea no sirvió?
Pensamos otra.
Sabemos generar ideas. Tenemos ese conocimiento que nos permite generar nuevas conexiones de elementos que nadie jamás vió.
Esa es la trampa en la que caemos.
Creer que se nos ocurrió una idea y que debe ser esa.
Si desarrollamos una capacidad de generar ideas, no nos preocupemos por si tendrá éxito esa idea que tanto nos gusta.
Porque después de esa vamos a tener otra idea.
Y otra idea.
Y otra.
Recuerden que saber pensar ideas trae aparejado otras virtudes.
Una de ellas es la adaptabilidad.
Vivimos en un mundo que cambia y nos cambia todo el tiempo.
No nos quedemos en el tiempo.
Miremos hacia adelante.
Dejemos de encandilarnos de amor por nuestras ideas.
Enamoremonos de nuestra capacidad de generarlas.
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Emma