La semana pasada pintamos nuestra casa.
Una búsqueda por renovar los espacios, cambiar luces, encontrar nuevos colores, dar una lavada de cara, esas cosas. Además pintar de tanto en tanto viene bien cuando tenés dos hijos pequeños, es difícil mantener las paredes limpias de ruedas de Hot Wheels y rayones de todos los colores.
Luego de hacer una nueva disposición de muebles, tocó volver a completar la biblioteca. Una linda oportunidad para dar otro orden a los libros.
Eso también resultó en una excusa perfecta para volver a hojear algunos de ellos. Revisar pasajes, ilustraciones, recordar cómo llegaron a casa.
Pero lo más curioso de esta anécdota cien por ciento mundana, fue una pequeña observación que encontré en cada libro.
Todos, absolutamente todos los libros, tenían una sección dedicada a dar las gracias.
Podía ser una sencilla página al inicio con uno, dos, como mucho tres nombres. Otros tenían su propia sección hacia el final. En algunos de ellos encontré que el autor dedicaba páginas y páginas para contar la anécdota que le llevo a escribir el libro y todas las personas que participaron de ese proceso.
En esa biblioteca hay más de 50 libros. A ninguno le faltaba un espacio para agradecer.
Por la paciencia, la comprensión, los aportes, devoluciones, cafés compartidos, aliento y apoyo, críticas…
Y nosotros sólo vemos a los autores. Sólo tenemos presente su nombre. Porque seamos sinceros, ¿cuántos de nosotros se dedican a pensar en esos nombres que aparecen en la primera hoja? ¿Quienes leen por completo la sección de agradecimiento al final de cada libro?
Sin embargo esas personas fueron parte de esa creación.
Escucharon la idea mucho antes de que hubiese una oración escrita.
Retrucaron. Ofrecieron un té o un vaso de agua a quien escribía. Leyeron un borrador. Tuvieron en sus manos la versión final antes que nadie.
Hay veces que la colaboración es apenas un esfuerzo, una ayudita.
Una colaboración no implica ponerse sí o sí a trabajar codo a codo con alguien. Es también escuchar, brindar retroalimentación, alentar a terminar.
Nadie desarrolla una idea por sí solo.
La fantasía del creador solitario, que saca sus ideas al mundo por sí mismo y a su modo, suena bien. Pero no es cierta. Es eso, una fantasía.
¿Vieron los Oscar alguna vez?
¿O escucharon alguna entrevista a un deportista después de lograr el triunfo de su vida?
Hagan memoria.
¿Alguna vez escucharon a una persona recibir un premio y decir:“Gracias. Esto lo hice yo sola con mi propio esfuerzo y me siento orgullosa de mí misma”?
La creatividad es colaborativa.
Un libro. Una idea de negocio. Una escultura. Una aplicación de control de gastos personales con inteligencia artificial. Una canción. Lo que sea.
Siempre habrá alguien a nuestro alrededor dispuesto a colaborar con nosotros.
No esperemos a que nuestras ideas salgan para decirles algo.
Abracemos a esas personas que colaboran en que podamos desarrollar nuestras ideas, hoy.
Digamosle gracias, muchas gracias.
Luego de este texto no puedo evitar abrir la puerta a la colaboración.
Si deseas trabajar en un artículo en conjunto, escríbeme. Veamos qué puede salir en este universo de la creatividad y el materializar las ideas.
¡Nos vemos la próxima semana! 🤘👨🏻💻🤘
Emma