Cada vez que cuentes una idea, te encontrarás en algún lugar con un cínico.
Te dirá que ya se hizo.
Que esa idea no tiene sentido.
Que no tienes la capacidad de ejecutar esa idea.
Esos son los más osados. Lo que carecen un poco de empatía.
Esta vertiente de los cínicos es, aunque te sorprenda, la más fácil de manejar.
Los difíciles son quienes se ríen, los que te miran de reojo, los que cambian de tema enseguida y no quieren seguir escuchándote.
Se ven tan superiores al resto que ni siquiera quieren perder tiempo contigo o tu idea.
Son personas que nunca conectaron dos cosas para generar un nuevo pensamiento.
Simplemente no tienen ningún tipo de parámetro sobre el esfuerzo de llegar a una idea. De ver algo distinto a su alrededor. De mejorar su contexto.
Pero no te desanimes.
“Fortune favors the brave” dice la frase.
Una persona que se cruzó con muchos, montones de cínicos fue Steve Jobs.
Steve tenía el hábito de escribirse mails a si mismo.
Eran notas de inspiración, ideas, agenda de trabajo, reflexiones sobre su semana, lo que se te ocurra.
Sus mails eran como pequeños pedacitos de inspiración para poder seguir adelante.
Uno de esos correos tenía 10 preguntas.
10 preguntas que debes hacerle a un cínico:
1. ¿Cómo funciona la red eléctrica?
2. Si intentaras crear tu comida exclusivamente desde cero, ¿cuánto tiempo te llevaría?
3. ¿Cuánto trabajo implica el mantenimiento de los sistemas de alcantarillado?
4. ¿Cuánto tiempo pasó la gente construyendo las carreteras por las que conduces todos los días?
5. ¿Quién creó el aire acondicionado?
6. Si te dejaran caer en una isla y tuvieras que crear un teléfono inteligente, ¿cuánto tiempo te llevaría?
7. ¿Cómo era la economía antes de la invención del dinero?
8. ¿Cuántas personas murieron en la Peste Negra?
9. ¿Cuál habría sido tu papel si estuvieras en edad de luchar en la Segunda Guerra Mundial?
10. ¿Por qué artículo moderno cotidiano cambiarían los reyes del pasado todo su imperio?
Por más que te cruces una y otra vez con cínicos en tu camino, nunca dejes de contar tus ideas.
La próxima vez, practica retrucando con alguna de esas 10 preguntas. Y observa qué te contestan, qué incómodos se ponen.
Luego, date vuelta, encuentra a otra persona y cuéntale tu idea.
Porque las ideas tienen un raro no se qué.
Esa cosa de que cuando las cuentas, crecen.
Quizás ese crecimiento te lleve hacia otro lado.
Pero que no te queden dudas de que tu idea crecerá y crecerá cada vez que la compartas.
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¡Nos vemos en el próximo newsletter! 🤘🙂🤘
Emma