Supongamos que tienen una idea.
De esas que le hacen sentir cosquillitas en la panza.
De las que piensan en cada momentito, ratito, segundito que tienen libre.
El tipo de idea que desean ver hecha realidad.
Y obvio, la que también les genera una ansiedad tremenda de verla realizada.
Como grandes lectores de Creative Workout (que saben que una idea contada vale más que una idea guardada), la comparten con amigos, conocidos, posibles socios, familiares.
Pero cuando lo hacen, se encuentran con que no pueden articular su idea de una forma clara y precisa.
Una vez la cuentan de una forma, otra vez de otra.
Nunca de la misma manera.
Ustedes mismos se dan cuenta de que todavía no está ahí, completamente formada.
¿Y entonces? ¿Qué hacemos?
Ponemos en práctica cualquiera de los ejercicios que les propongo a continuación.
O los tres juntos, si desean obtener mejores resultados.
1. Cambien de medio.
¿Qué tipo de idea es? ¿Una idea de negocio? ¿Un proyecto artístico? ¿Un nuevo producto para su emprendimiento? ¿Una idea de comunicación? Prueben sintetizarla en un dibujo, una fotografía. ¿Quieren explicarla más? Hagan una canción de ella. O mejor, un poema. ¿La pueden contar con una seña de manos? Utilicen cualquier otro medio que se les ocurra para contarla.
2. Cambien de nivel.
Puede ser hacia arriba o hacia abajo. ¿Qué sería hacia arriba? Mirada de halcón. Denle un panorama más amplio. Expandan su aplicación, usos o personas a quién se dirigen. ¿Y el nivel hacia abajo? El microscopio. Concéntrense en los detalles, las minucidades de la idea. Busquen la particularidad.
3. Cambien campos.
Entendamos el campo como el lugar y el contexto donde se desarrolla. Pongan a su idea en otro lugar. ¿Es un cuento para niños? Que sea para abuelos. ¿Es un producto digital? Que sea un producto físico. ¿Es un juego de mesa? Pues que sea un juego acuático.
El objetivo de este ejercicio es quitar sesgos y motivaciones detrás de nuestra idea y encontrar su utilidad mínima y esencial. El punto donde podemos identificar exactamente su beneficio.
Una vez que lo encuentren, notarán que será mucho más fácil compartirla y hacerla crecer. Podrán articular el porqué de su idea y así ella podrá crecer y materializar en los demás esa sensación de novedad que sintieron cuando la pensaron por primera vez.
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Emma