En esta edición voy a ensayar una idea que me viene rondando hace un tiempo: la comparación entre el código abierto y la creatividad.
No lo tengo del todo definido, pero soltarlo al mundo cuando aún no está acabado me va a ayudar a darle forma. Así que vamos a probar que sale de todo esto.
No es novedad que vivimos en un mundo hipercomplejo y completamente interconectado. Cada grupo de personas (pequeño, mediano o grande) tiene su propio cúmulo de valores, conceptos y sobretodo ideas. La dinámica de nuestro día a día hace que esas ideas se encuentren en constante evolución. Capturarlas o apropiarse de ellas es prácticamente imposible, nuestros sesgos y valores nos llevan a interpretar y acomodar estas ideas en base a lo que somos, alejándolas lentamente de su esencia. Esto no suele ser positivo, porque esos sesgos que poseemos, no nos permiten incorporar las nuevas visiones que estas ideas puedan proponernos.
Es algo que nos lleva a creer que la información es siempre estable. Y fuera de unas muy pocas verdades atemporales, la mayoría de las ideas están destinadas a ser fluidas.
Vemos a cambiar de opinión como algo negativo, como si siempre deberíamos pensar lo mismo. Eso va justamente en contra de este constante flujo de información que recibimos día a día.
Cualquiera que no cambie mucho de opinión está subestimando dramáticamente la complejidad del mundo en el que vivimos.
Jeff Bezos
Si todos los días recibimos información que puede nutrir nuestro punto de vista, ¿porqué no deberíamos incorporarla? ¿Porqué deberíamos abrazarnos a ideas provenientes de años, décadas o siglos atrás, rechazando nuestro contexto y lo que nos rodea hoy en día?
Y aquí es donde entra el concepto del código abierto:
El código abierto es un modelo de desarrollo de software basado en la colaboración abierta. Se enfoca en los beneficios prácticos (acceso al código fuente) y en cuestiones éticas o de libertad que tanto se destacan en el software libre. Este concepto de libre refiere a que el código fuente sea estudiado, modificado y redistribuido con cambios y mejoras sobre él.
Un software libre debería permitir que se pueda mejorar su código base para que ese código madre se propague y siga creciendo en base a nuevos usos y contextos.
O también:
Un pensamiento libre debería permitir que se pueda mejorar su concepto base para que esa idea madre se propague y siga creciendo en base a nuevos usos y contextos.
Y aquí es donde podríamos pensar en cómo podríamos tratar a nuestras ideas como software de código abierto. Dejar de ver a nuestras ideas como elementos estables y rígidos que al igual que un edificio van decayendo con el paso del tiempo.
El software siempre está en review.
¿Cuántos updates semanales realizan las apps de su mobile?
El software necesita acomodarse a los devices en los cuales se ejecuta. Busca optimizar constantemente su rendimiento y su performance para facilitar aún más su uso.
A su vez, el software necesita también de la gente que lo utiliza. La retroalimentación en el uso del mismo que le permite a contribuidores y desarrolladores a efectuar mejoras en el mismo. Que haya una comunicación directa entre sí, para intercambiar ideas, optimizando energía y tiempo.
Cuando las ideas se intercambian y se retroalimentan, indefectiblemente crecen. O parafraseando a nuestra amiga Lady Gaga: “debes tener sexo alucinante y desenfrenado con cualquier idea que estes trabajando”.
Una buena analogía a un código abierto que permite crecer ideas es nuestro lenguaje. El lenguaje hizo que las ideas puedan construirse como piezas de Lego. Yuval Harari nos contaba en una edición de Creative Workout que narrar y contar historias es la cualidad que nos permitió diferenciarnos del resto de los animales. Y a pesar de que eso nos hace el ser más poderoso de la tierra, contar historias no es sencillo. Pero el lenguaje como código abierto fue creciendo y optimizándose, brindando matices y expresiones con su uso constante.
Las grandes ideas se comparten, se convierten en colaboraciones colectivas, y si son lo suficientemente útiles, mantienen su vida generación tras generación. Y es aquí donde creo que más abiertas deben ser. Para que cada generación contextualice su uso: “… que el código fuente sea estudiado, modificado y redistribuido con cambios y mejoras sobre él.” Una idea en el contexto de la imprenta, no puede ser la misma idea en el contexto de Uber. Ni siquiera una idea en el contexto del inicio de la internet debe ser la misma en el contexto de la Web3.
Las ideas deben componerse y estructurarse como piezas de Lego.
¿Recuerdan? Conectar, Explorar, Transformar.
Si podemos compartir ideas, dejar que se estudien, modifiquen y redistribuyan para su optimización, la iteración y su progreso es más práctico y accionable.
Acumular conocimiento en un momento donde la información esta a unos clicks de distancia, no tiene tanto sentido. Pero si aprovechamos esa brecha que acortamos con la tecnología, podremos cuestionar nuestras rutinas de pensamiento. Dando lugar a una visión crítica y un poco menos sesgada a través de nuevas experiencias y hechos.
El contexto de hoy día, está plagado de problemas difíciles. O más bien de una Metacrisis, esa idea que describe la totalidad de los riesgos a los que nos enfrentamos como especie y como planeta, que Daniel Schmachtenberger plantea.
Si somos un poco más abiertos y críticos hacia las ideas con las cuales actualmente nos movemos, quizás podamos aspirar a soluciones más abiertas e innovadoras para construir soluciones significativas para nuestro contexto.
No hay dudas que aún queda más por escribir, profundizar y replantear en este ensayo. Pero aquí fue el puntapié de una idea. Voy a continuar explorándola un poco más. Si tienes algún comentario, ya sabes dónde encontrarme.
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Emma