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Lo and Behold: “He aquí”, expresión utilizada para presentar la aparición inesperada de alguien.
O tres palabras que tienen un significado mucho más poderoso para todas las personas. Especialmente vos, que estás leyendo esto en algún dispositivo conectado a Internet.
El 29 de Octubre de 1969 a las 22:30, se conectaron por primera vez dos computadoras a más de 460 kilómetros de distancia para dar inicio a internet. ¿Adivinan cuál fue el primer mensaje que se transmitió en la historia de internet?
Lo. Como en Lo and Behold.
“He aquí” dio inició a la internet.
Pueden ver los pormenores de esta historia en el documental “Lo and Behold” de Werner Herzog en este link (son los primeros cuatro minutos y medio, pero les recomiendo todo el documental).
A Frank lo descubrí a mis muy tímidos 13 años.
Bermudas pasando las rodillas, pelo largo y pésimamente cortado, camisa a cuadros… el grunge en plena ebullición.
En ese momento compraba una revista hoy desaparecida: “El Musiquero”. Como gran devoto del estudio de la guitarra, era genial para aprender y descubrir cosas fuera del conservatorio, donde sólo aprendía música clásica. En “El Musiquero” tenía de todo: rock, jazz, metal, salsa, bossa… En mi casa, salvo The Beatles (con derivados) y el jazz de las big bands, era difícil descubrir nueva música. Y lo peor de todo, algunos amigos (aunque hoy lo nieguen) escuchaban a Jazzy Mel…
Una vuelta, compré un número con un rostro que nunca había visto en mi vida, decía: “Steve Vai, la Pasión y la Guerra”.
Luego, en la nota interna de la revista, había un pequeño subtítulo: “Steve Vai, el virtuoso italiano de Zappa.” Juro que me pregunte si Zappa sería una ciudad como Milán, Roma, Florencia…
Una pequeña aclaración: reprobé Geografía en mi primer y segundo año de secundaria.
Me puse a leer la nota y vi que Steve Vai no era italiano sino estadounidense (sus raíces eran italianas, eso sí). En ella hablaban maravillas tras maravillas de su último disco: “Passion & Warfare”. Con la obligación de ir a comprar inmediatamente ese disco, me escapé durante el segundo recreo del colegio hasta el local de Musimundo en el barrio Flores de la ciudad de Buenos Aires.
Antes, comprarse un disco de alguien desconocido era muy de kamikaze. Te podías encontrar cualquier cosa. Una bazofia inaudible o un verdugo y su hacha con la hoja mechada abriéndote la cabeza por la mitad para mostrarte un mundo completamente nuevo, lleno de misterio y más cosas por descubrir.
Si, Steve Vai fue uno de mis verdugos. Passion & Warfare me voló la cabeza.
Lo curioso es que en toda la nota, no paraban de mencionar a este tal Frank.
Zappa aquí, Zappa allá, Zappa esto, Zappa aquello.
Según Steve Vai, fue Zappa quien le enseñó lo que realmente significaba ser músico. Desde cómo moverse en el escenario y preparar su equipo antes de un show, a priorizar los momentos de introspección con el instrumento.
Así que lo inevitable estaba al llegar: tenía que comprar un disco de Frank Zappa.
Para mi sorpresa no había un solo disco de Frank en todo Musimundo.
Disculpas, estoy dando por sentado que ustedes saben que es Musimundo. En ese momento de Argentina, Musimundo era la cadena de venta de discos más grande del país. Nuestra versión del desaparecido Tower Records. Hoy Musimundo es una cadena de ventas de electrodomésticos.
En el local de Musimundo no pude encontrar ni el primer ni el último disco de Frank. Olvídense de un Greatest Hits. Los empleados del local ni siquiera sabían de quien hablaba: “¿qué música hace?” me decían.
Indignado y frustrado, estaba por irme del Musimundo pensando qué tan grave sería el castigo por escaparme del colegio e ir al Parque Rivadavia en Caballito. No era tan lejos de donde estaba, pero sí era un tramo largo por hacer.
En ese momento el Parque Rivadavia era un lugar plagado de pequeños locales dedicados a la compra y venta de cosas usadas y como bien suponen, ¡la piratería! Podías conseguir cualquier disco pirateado en cassette a la décima parte de lo que valía un disco oficial.
Pero había una salvedad, el Parque Rivadavia abría todos sus locales los fines de semana y recién estábamos a martes. ¿Cómo controlar la ansiedad tantos días?
Un flaco que escuchó mi charla en el local me dijo: “Andá a la cueva del Kissero. Por esta mano de Rivadavia pasando Caracas a mitad de cuadra. Está en una galería. Algo va a tener.”
Nueva salvedad: le decíamos “cueva” a locales sucios y descuidados que vendían discos importados y fuera del mainstream, eran lugares muy frecuentados por todos los que amábamos el rock en esas épocas.
Esa misma tarde descubrí al Kissero de Flores.
Sí, Kissero por que era uno de los fundadores de la filial de KISS Army en Argentina. Su local estaba plagado de memorabilia de la banda y nunca lo veías vestido sin una remera de KISS.
Por supuesto que el Kissero de Flores tenía discos de Frank Zappa. Pero en vinilo.
Es que claro, es verdad… Rykodisc (la compañía que edita los discos de Frank) aún no había re-editado su discografía completa. ¿Por qué? Todavía faltaban 2 años para que Zappa dejara este plano existencial y calculen unos 5 años más para que empezaran a salir estas re-ediciones que les comento. Conseguir un disco de Zappa en Argentina, era realmente difícil.
El Kissero se rió en mi cara con mi pedido: “¿…con esas bermudas? ¿Remera de Nirvana? Naaa… Zappa no es para vos nene. Andate de acá.”
Me fuí muy, muy, muy enojado del local. “¿Cómo que no me quiere vender? ¡Si yo quiero comprar, él me tiene que vender!”
Volví al otro día.
A cabrón, triple cabrón.
Cuando me vió entrar, me regaló su mejor sonrisa socarrona. Pero yo me planté en el local y le empecé a hablar.
Le comenté mi búsqueda y porqué tenía que escuchar a Zappa. Fue duro, largo, denso, atravesé muchas preguntas. Tenía que demostrarle que tenía idea de donde me estaba metiendo.
“Pasa que te veo la remera de Cobain y no puedo… No te puedo vender nada con eso nene…”.
Eso me molestó. Esta bien, lo admito, Kurt Cobain y Nirvana recién comenzaban su camino al estrellato internacional. Pero estábamos hablando del músico que iba a cambiar todo el panorama de la música y lo tuve que defender con todo lo que tenía.
Fui insistente. Lo harté y cedió.
Con condiciones.
Bah, una sola en realidad: no venderme ningún disco. Según él, aún me faltaba recorrido para tener un vinilo de Zappa y valorarlo como se debe. Decidí darle la razón. Había alcanzado un punto de acuerdo.
El caso es que por la módica suma de lo que hoy serían dos o tres dólares, me grabó varios cassettes con discos de Frank: Hot Rats, Chunga’s Revenge, Freaks Out, Joe’s Garage, You Are What You Is, Ship Arriving Too Late To Save A Drowning With y Them Or Us.
No me los olvido más.
Los siguientes meses llevé esos cassettes a todos lados. Los gasté. Todos mis amigos me miraban raro cuando les hacía escuchar a Frank. Aún hoy me pasa con la gran mayoría de mis conocidos.
Esa poca recepción que encontré en mi entorno sobre Frank, hizo que mi relación con su música sea una especie de secreto musical. Algo íntimo que lamentablemente no podía compartir con nadie.
Con los años encima, Rykodisc me permitió conseguir toda su discografía en re-ediciones y gracias a varios documentales pude conocer más sobre su vida.
Les recomiendo muchísimo el último de ellos, Zappa (2020):
¿Y qué pasó con el Kissero de Flores? Conformamos una graciosa amistad:
- ¿Cuando vas a escuchar música de verdad, boludo?
- Cuando KISS se dedique a hacer música, pelotudo.
Esos locales tenían una magia aparte. Y es una lástima pero los pequeños fundamentalistas del rock (como el Kissero de Flores o el hippie de Callao y Córdoba), fueron devastados por la tecnología y ya quedan muy pocos de ellos en las megalópolis del mundo.
Lo que reconforta, es que la digitalización de la música también le toco a las discográficas, que tan difícil hacían descubrir música a veces. Poquito, pero algo es algo.
Descubrir hoy la música de Zappa, es mucho más sencillo que toda esa travesía de escaparse del colegio y argumentar con un fanático de KISS para que te venda sus discos. Ahora esta al alcance de la mano. Pero haberlo descubierto hace más de 20 años, le da una mística especial. Y el que no era audible para la inmensa mayoría de los mortales, reconforta.
Zappa no sólo me hizo descubrir música increíble y a su vez anti-mainstream, sino que me demostró que la creatividad es todo lo que tus ideas te inviten a hacer.
Frank publicó 62 discos en sus 53 años de vida; escribió y dirigió documentales, video clips y cortos de animación; fue uno de los precursores del uso del Synclavier, un sintetizador polifónico digital muy complejo de tocar; dirigió orquestas de música clásica; utilizó su dinero en cruzadas legales para combatir la censura musical; y escribió una autobiografía.
En ese muy divertido libro, Frank cuenta su historia. Y uno de los capítulos al que le brinda gran importancia es al fracaso:
Zappa consideraba al fracaso como un factor fundamental en su creatividad y que lo acompañó a lo largo de toda su carrera. Así que nadie mejor que él para explicarlo:
El fracaso es una de esas cosas que temen las "personas serias". Invariablemente, las personas que tienen más probabilidades de verse paralizadas por este miedo son aquellas que se han convencido a sí mismas de que son tan súper-importantes que nunca deberían verse colocadas en una situación en la que pudieran fracasar.
El fracaso no es nada por lo que enojarse. Es una condición bastante normal; una inevitabilidad en el noventa y nueve por ciento de todas las empresas humanas. El éxito es raro, por eso la gente se enoja tanto por ello.
Luego Frank enumera grandes fracasos como:
“(…) utilizar una versión modificada de la lógica informática actualmente empleada en la generación de imágenes tridimensionales para simuladores de entrenamiento de vuelo, junto con un sistema óptico de entrega (…) para predecir y sintetizar a la perdida tercera dimensión.”
O un talk-show nocturno llamado “Night School” que comenzaría con el siguiente llamado de atención:
“Este programa aborda la realidad utilizando un lenguaje norteamericano coloquial fácil de entender. Si temes (o tienes dificultades para aceptar) cualquiera de las opciones anteriores, no dudes en cambiar de canal. Tienes diez segundos.”
Incluso propuso una Ópera Musical para la apertura de la final del mundial de fútbol de 1990:
La temática giraría en torno al Dios del Fútbol. Un Dios traicionero y mentiroso con una nariz al estilo Pinocho:
Este Dios haría su entrada en la función con una versión rapeada al italiano de “I’m bad” de Michael Jackson con los jugadores de la selección italiana realizando una coreografía acorde a la música.
Los ingleses serían representados por Hooligans y los estadounidenses por turistas haciendo fila para hablar con Dios:
Podemos debatir días y días sobre la calidad de estas ideas, pero nunca dudaríamos de la inagotable imaginación de Frank y su nulo miedo al fracaso.
Aunque todas estas ideas fracasaron, la sola idea de entrar a una oficina corporativa y dejar caer uno de estas mierdas en el escritorio del Sr. Importante hizo que todo valiera la pena: un hombre debe tener un pasatiempo.
Ojalá puedan tomarse un tiempo más que la lectura de esta edición de Creative Workout en descubrir a Frank Zappa. Les aseguro que tiene montones de cosas para darles.
¡Gracias por leer Creative Workout! Espero que te haya sido valioso. Si así fue, compártelo con tus contactos o en redes sociales para que más personas puedan aprovecharlo.
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¡Nos vemos la próxima semana! 🤘🥸🤘
Emma