Hace unos años hice mi Maestría de Negocios, Innovación y Creatividad. El shock inicial fue recordar lo que implicaba volver a estudiar. Si bien siempre estuve aprendiendo cosas en montones de cursos, workshops, MOOCs y demases, la constancia y diferencia que conlleva estudiar a nivel Maestría era radical.
Por ejemplo, el baño de realidad fue volver a leer papers de investigación. No era sólo leer el texto como solía hacerlo, sino tener que dar contexto a esa investigación. ¿Quiénes fueron la o los autores? ¿Qué escribieron antes? ¿Qué dicen los papers que mencionan en su investigación? ¿Cuál es el contexto en el cual fue escrito? Y así una interminable cantidad de preguntas más.
La maestría fue 100% digital gracias a la pandemia. Eso brindaba un montón de comodidades, la principal era el acceso al material de estudio. Los profesores involucrados hicieron un gran esfuerzo en proporcionar todo lo posible de forma digital. Claro que algunas cosas debíamos conseguir por nuestra parte, pero diría que 9 de cada 10 elementos a estudiar eran digitales.
Esto era a su vez, muy bueno y muy malo.
Lo bueno es que ingresabas a la plataforma de estudio de la maestría y había un archivo inmenso con todo el material disponible.
Lo malo era encontrar la información que necesitabas en ese archivo.
Leer papers y artículos implicaba subrayar partes que me resonaban o que tenían cierto grado de importancia. Algunos artículos por ejemplo, no los tenía en un archivo en mi computadora, sino en sus correspondientes links de publicación. Eso dificultaba mucho subrayar algo. En ese caso el proceso era el siguiente: seleccionar una determinada porción de texto, copiar y pegarla en un doc en la nube y ya.
¿Suena fácil, no?
Pero la gran mayoría de las veces, no guardaba de dónde provenía ese pedazo de texto. Entonces encontraba un nuevo problema. Salir a revolver el historial de navegación hasta encontrar el link de donde provenía ese texto para poder referenciarlo en la entrega de cual sea la materia del momento.
No era sólo copiar el pedazo de texto en un Doc, sino también el link de donde lo sacaba.
La larga tarea de estudiar y tener las referencias a mano se hacía cada vez más larga.
Entonces se me ocurrió una idea que podía facilitar este proceso.
Se la conté al único compañero técnico que tenía en la maestría.
Le encantó, le fascinó, le pareció una forma útil y simple de resolver la travesía de estudiar.
Pero no me podía ayudar a hacerla realidad. En términos sencillos, no disponía del tiempo para ayudarme. Debía investigar el código que se necesitaba para escribirlo, que si no lo conocía debía ponerse a estudiarlo y luego, recién ahí, escribir la aplicación.
Me frustré mucho. Porque pensé que tenía una solución ideal para simplificar mi proceso de estudio.
En ese momento tenía muchas cosas en juego. Así que al igual que muchas otras ideas, la bajé a un memo y la guardé en mi carpeta de ideas a realizar.
Terminé la maestría.
El gran logro de haberla terminado no fue haberla hecho con un hijo pequeño y otro en camino, sino haber sido el mejor de la generación:
Sí, soy un nerd. Pero ¿saben que mi mamá no me creía que había sido el mejor? Llegó incluso a pensar que la foto de arriba era un retoque. Es que en favor de mi mamá, nunca fui una persona aplicada al estudio. Por suerte mi mujer grabó la ceremonia de graduación. Gracias a ese video mi mamá me creyó.
En fin.
Un tiempo después explotaron las LLM. En consecuencia, me explotó la cabeza a mí también.
Las adopté al instante. Probé todas a medida que salían. Me encantaba el océano de nuevas posibilidades que me ofrecían. Hasta incluso hice memes al respecto que subía a mi LinkedIn:
Varios compañeros de la maestría (incluso el director de la misma) me desafiaban al ver mis memes. Porque veníamos de una Maestría de Negocios basada en la metodología del diseño. Es decir, no construyas nada sino tienes suficiente data e información sobre los usuarios. Y yo alardeando en redes que construyamos lo que se nos ocurra. Olvidemonos de la data, del research, de los mil papers y sus millones de referencias, ¡a construir!
Era el momento ideal de hacer lo que quería.
¿Recuerdan esa edición sobre el optimismo que escribí hace poco?
Optimismo
Unos días atrás tuve con mi mujer la típica charla de cierre de año. Balances, cosas que pasaron, los momentos más lindos, los más estresantes. Y obvio empezamos a mirar para adelante. Lo que nos gustaría para este 2025: objetivos, deseos, y por supuesto, cambios que se vienen. Porque al comenzar a ver qué podemos esperar para el próximo año, sí o sí to…
Exacto. Mi optimismo se viene amasando desde hace un rato largo, largo.
Comencé a utilizar las LLM para cualquier cosa que hiciera.
Para escribir este newsletter, por ejemplo. Pero cuando le pedía ediciones completas, el resultado no me gustaba nada. Así que me quedé con pequeñas ayudas en ciertos párrafos, llamados a compartir y no mucho más.
Hice mis propios GPTs. Desde el Regen Explorer a mis generadores personales de contenido y estudio.
De una forma u otra encontré mis propios usos y formas para apalancarme. Al día de hoy, cada parte de mi trabajo tiene una parte de su proceso potenciada por Inteligencia Artificial. El research con Perplexity; procesos de ideación con ChatGPT y/ó Claude; los podcast de CreativeWorkout con NotebookLM; generación de imágenes con Midjourney; etc…
No le escapo a ninguna. Si le encuentro un uso factible a una de estas herramientas, la sumo a mi flujo de trabajo.
Luego de un tiempo largo y largo, recordé otro de los memes que hice en referencia a las LLMs:
No es crear cosas que se nos ocurran, sino cosas que me sirvan, que me sean útiles en mi día a día.
En ese momento fue cuando recordé esa idea que guardé en el cajón. Luego de tanto tiempo experimentando y probando herramientas de inteligencia artificial, era el momento de probar si podía hacer algo más.
Sí, exacto, la idea que tuve en la maestría:
Una extensión para navegadores Chrome que me permita guardar texto seleccionado de cualquier website que navegue. La extensión debería permitir guardar el texto con alguna categoría o ayuda memorias, para luego buscar el texto y usarlo para lo que sea que lo haya guardado.
¿Vieron? Simple, sencillo, sin vueltas.
Selecciono un texto, doy click derecho y lo guardo:
Escribo la categoría en la que deseo guardar el texto:
¡Listo! Texto guardado con la fuente, día y hora que lo hice y un buscador por si guardé muchas cosas.
Ah, sí, claro. La nombré “El Coleccionista”, porque te ayuda a coleccionar pedazos de textos de la internet.
También simple, sencillo, sin vueltas.
Abrí una ventana en mi navegador y le pedí a Claudio que me ayude.
Hice una versión funcional en dos horas, sin tener ni la más pálida idea de escribir código.
Le pedí a ChatGPT que me haga un logo.
La empecé a usar.
Un montón.
Increíble, pero sin escribir código tenía una aplicación funcional que me ayudaba a recolectar info por toda la internet.
No, no estoy en el medio de ninguna maestría. Pero sigo necesitando guardar data para investigación, trabajos, las clases, escribir este newsletter, de todo un poco.
Imaginen mi alegría al materializar una idea parada un par de años atrás.
Sumen a eso que yo conocí así a internet:
… y acababa de hacer un aplicación digital sin saber código.
Se la empecé a contar a amigos y colegas.
- ¿Saben que hice una aplicación sin saber nada de código?
A donde tenía oportunidad de mencionarla, lo hacía. Hasta que alguien me dijo, “¿Me la compartís? Me gustaría probarla.”
Wow. ¿Alguien que no soy yo la quiere usar?
No les voy a mentir, jamás pensé en hacer una herramienta para compartir. Siempre la pensé para uso personal.
Pero ante la posibilidad de hacer algo que otras personas les gustaría utilizar, el camino a seguir era inevitable:
- Perplexity, dime cuál es la mejor herramienta para escribir código.
Me bajé Visual Studio Code y me hice un perfil en GitHub. ¡Oh! ¡Sorpresa! Como soy profesor universitario puedo utilizar GitHub Copilot, la LLM diseñada para escribir código. Otro juguete nuevo para experimentar.
Hice la versión con un API de Google para almacenar los pedazos de texto y demás.
Por si no lo saben, un API es un conjunto de reglas que permite que diferentes programas o servicios se comuniquen entre sí sin necesidad de que el usuario entienda los detalles internos. Es como un mensajero entre dos partes para que puedas obtener lo que necesitas.
Empezaron los problemas. La extensión no se conectaba correctamente con la base de datos, marcaba errores, no guardaba los textos y Don Google me decía que en cualquier momento me iba a cobrar por usar el API, ese mensajero entre mi extensión y la base de datos.
- Perplexity, ¿qué puedo utilizar en lugar del API de Google?
- Puedes utilizar Supabase como base de datos de tu proyecto.
¡Excelente! Voy a utilizar Supabase para poder...
- Perplexity, ¿qué es Supabase?
- Una plataforma de código abierto para gestionar aplicaciones web de manera ágil.
Debemos volver al código. A pedirle a mi amigo Claudio y Copilot que me ayuden otra vez.
Empezó a fallar. Otras fallas que antes no aparecían. Nuevos errores. Aprendí en detalle sobre hacer debug de código.
Entré en un loop horrible. Fallaba todo el tiempo.
En el medio de esto, apareció una nueva herramienta: Windsurf.
Por si les parece un video largo y lleno de developers que hablan en términos indescifrables, les cuento que Windsurf es una herramienta diseñada para escribir código con una inteligencia artificial que articula tus pedidos en un prototipo funcional.
Aprendí a hacer un PRD: Product Requirements Document. En español: un memo de lo que quería hacer para brindar detalle del producto digital que quería crear. Con ese archivo, hacer la extensión fue mucho más sencillo.
Corregí un montón de cosas con esta herramienta. Simplifiqué los pasos y la interfaz, se convirtió en una aplicación sencilla y funcional.
Ahora sí, la empecé a compartir con amigas, amigos y conocidos.
¡Funciona! ¡Es útil! ¡Hay gente que la quiere usar!
Lo último fue unas semanas atrás cuando algunos me dijeron “¿la puedo compartir en mi trabajo?”
Epa. Interesante. Sí, puedes, pero cuando yo te diga.
Levanté una landing. Esta que pueden visitar aquí.
Quería saber exactamente cuántas personas querrían utilizarla. Identificar el interés y evaluar si valdría la pena subirla al Chrome Store. Es más, si alguno de ustedes que está leyendo les interesa probarla, súmense.
Pero quiero aclarar algo antes de continuar.
La edición del día de hoy no se trata de venderles una extensión para guardar frases sueltas que leen en internet.
Estoy tratando de decirles que hacer cosas está buenísimo.
Es un viaje de aprendizaje y experimentación que te vuela la cabeza paso a paso.
Porque si bien no puedo decir al día de hoy “sé escribir código”, sí puedo decir que cree un producto digital. Ahora entiendo por qué necesito un pedazo de código en un lado u otro. Por qué es ideal hacer un PRD antes de comenzar cualquier cosa. De lo que implica hacer debugs y correcciones. De que un símbolo tan sencillo como “ } ” mal puesto en un línea de código te rompe horas de trabajo.
¿Me voy a dedicar a hacer aplicaciones digitales?
No, seguro que no.
Pero dentro de mi toolkit de herramientas, sumé otra forma de materializar una idea.
Y si leyeron con atención todo este artículo, podrán seguir mis pasos y hacerlo ustedes también.
Es cuestión de probar.
Intentar, equivocarse y volver a probar.
¡Gracias por leer Creative Workout! Espero que te haya sido valioso. Si así fue, compártelo con tus contactos o en redes sociales para que más personas puedan aprovecharlo.
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¡Nos vemos la próxima semana! 🤘👨🏻💻🤘
Emma