Hace un par de semanas tuve un microcrush. Fue fugaz, unidireccional, irrelevante… salvo en esos 3 segundos. No nos hablamos. No pasó nada. Pero por ese momento pasajero, me hice toda una historia. ¿Te pasó?
Vivimos rodeados de emociones intensas pero descartables. Algunas las generan el contenido que consumimos, otras por interacciones urbanas que duran menos que un pestañeo. Pero a pesar de que en ese instante nos movilizan y las sentimos fuerte, nunca más las volvemos a recordar.
La mayoría del software actual está obsesionado con la funcionalidad. Resolver problemas. Automatizar tareas. Mejorar la productividad. Encontrar soluciones antes de que se necesiten. Pero una nueva categoría de apps está creciendo desde otro lugar: el deseo de representar lo que sentimos, no lo que hacemos. Aplicaciones sin funciones prácticas, pero con carga simbólica, emocional o estética. Aplicaciones que no sirven, que no son útiles, pero que igual queremos usar.
¿Cómo sería una app que no sirva para nada práctico, pero capture emociones?
Del MVP al MVE: Minimum Viable Emotion
Durante años (décadas si somos precisos), la lógica del producto digital giró alrededor del MVP: el Minimum Viable Product. La pregunta central era: ¿qué es lo mínimo que puedo construir para resolver un problema y testear si alguien lo quiere usar?
Imperios se construyeron alrededor de prototipos digitales (para latinizar el término): reservar una cama para un evento especial en una ciudad; un blog de WordPress donde se publicaban ofertas y cupones; un video explicativo que mostraba cómo funcionaría un servicio de almacenamiento y sincronización de archivos; un tablero digital para guardar y compartir imágenes; o incluso un fundador que fotografiaba zapatos en tiendas locales, subía las fotos a una web y, cuando alguien compraba, él mismo volvía a la tienda, compraba el par y lo enviaba al cliente.
Pero el nuevo software que emerge ya no responde a ese patrón. En lugar de resolver un problema, lo importante es provocar una emoción. El nuevo estándar no es el MVP, sino el MVE: Minimum Viable Emotion. Lo mínimo que puedo construir para hacerte sentir algo.
No es una evolución técnica, es un giro cultural. En un contexto donde las herramientas ya hacen casi todo, el diferencial está en cómo se siente usar algo, no en qué se logra.
¿Qué es una memeapp?
Es una app que tangibliza emociones. No te resuelve nada, no te ayuda a ser más productivo, sólo sirve para que puedas palpar una emoción.
Identifico a las memeapps en la intersección del vibe coding y las memecoins. ¡Claro! Las memeapps son hijas bastardas de las memecoins: productos digitales que se viralizan por su narrativa, su estética, su capacidad de tocar una fibra emocional o cultural. Nada que ver con su funcionalidad. Las memecoins son fáciles de construir, pero difíciles de olvidar. Al igual que un meme, existen para ser compartidas, distorsionadas y resignificadas.

Las memeapps no son una startup, ni un juego, tampoco un chiste… pero son las tres cosas. Operan sobre nichos emocionales o simbólicos: soledad, ansiedad, autoironía, glitch cultural. Las memeapps no buscan escalar en base a usuarios activos diarios, sino en base a cuán compartible es la emoción que representan.
Las memeapps son aplicaciones que no resuelven problemas. No tienen roadmap. No están diseñadas para escalar como startups. Pero se vuelven virales porque representan una emoción, un mood o una estética cultural compartida.
Son el equivalente funcional de las memecoins: productos simbólicos que alinean a una microcomunidad por resonancia cultural más que por utilidad resolutiva.
¿Y si existiera una app que generara un mapa falso con los lugares donde tuviste una tensión emocional leve con alguien esta semana?
Imaginá una app que no te ayuda a encontrar el amor, ni a chatear con nadie, ni a conocer nuevas personas. Solo te muestra un mapa generado por inteligencia artificial o por inputs tuyos, marcando los lugares donde posiblemente tuviste un microcrush emocional. Una cafetería. La sala de espera del dentista. Ese bar donde viste a alguien en un pestañeo y tu cabeza escribió una historia entera en 0,3 segundos.
Una cafetería. El pasillo del súper. Una clase. Un trayecto en Uber. No se trata de encontrar pareja, ni de socializar. Se trata de visibilizar ese mapa invisible que dejamos en la ciudad con nuestros pequeños deseos proyectados.
La app no hace nada más. No conecta. No monetiza. No escala. Solo genera un mapa simbólico de tu deseo disperso, algo entre poesía generativa, broma íntima y diario emocional geolocalizado. Y sin embargo, la compartirías. Le pondrías un caption. Se volvería parte de tu identidad digital.
Esto es un ejemplo perfecto de una memeapp: fácil de hacer, fácil de sentir, fácil de viralizar. No compite con Tinder, compite con tu necesidad de representación emocional.
El futuro del software es simbólico
¿Y si el próximo unicornio no fuera una solución sino un símbolo? ¿Y si el producto más valioso no se midiera por sus funciones, sino por su capacidad de representar una emoción compartida?
El software ya no vive solo en su funcionalidad, sino en su vibe. En emociones y sensaciones. Lo que empezó como chiste, glitch o experimento, puede volverse un producto cultural real. En esa lógica, las memeapps no son una moda pasajera: son una señal de hacia dónde va el desarrollo emocional del software. El código, al final, también puede escribir poesía.
Yo creo que el software está yendo hacia este lado, y no solo como emoción sino también simbólico. Un espacio donde las apps son como memes interactivos. Como juguetes culturales. Donde se programa no para hacer, sino para sentir.
Y aunque todo esto empezó como una idea suelta en mi cuaderno, ya estoy trabajando en algunas ideas como experimentos que quiero construir (o al menos simular). No por ambición. Por curiosidad.
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Este concepto de Memeapps tiene muchas más aristas para explorar y analizar. Esta edición de Creative Workout es la visión más práctica y superficial de este concepto.
Mientras leen este post, la versión académica en formato artículo de investigación sobre este concepto, está siendo arbitrada para su publicación en una revista de divulgación. Ni bien tenga novedades, se los compartiré para que puedan seguir explorando esta tendencia.
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Emma